Soltar – o más bien, liberar con seguridad – los traumas de infancia a través del cuerpo sí es posible, pero requiere cuidado, contención y mucha suavidad.

Primero te explico cómo funciona y luego te doy ejercicios corporales suaves y seguros para hacerlo.

Cómo el cuerpo guarda los traumas de infancia

Cuando somos niños y vivimos algo que nos asusta, humilla o duele (aunque parezca “pequeño”), el cuerpo puede:

  • tensarse (músculos, respiración, mandíbula),
  • congelarse (como si no pudiéramos reaccionar),
  • o desconectarse (no sentir nada, “irse” mentalmente).

Esas reacciones quedan guardadas en la memoria corporal, incluso si ya no recordamos los hechos con la mente.

Por eso a veces, de adultos, sentimos miedo, vergüenza o tristeza sin saber por qué.

💫 Qué busca la terapia corporal para trauma

No se trata de revivir el dolor, sino de:

  1. Sentir seguridad en el presente.
  2. Reconectar suavemente con el cuerpo.
  3. Liberar tensiones retenidas sin forzar.
  4. Dar nuevas respuestas físicas (por ejemplo, poder respirar, moverse, decir “no”).

Esto “reprograma” al cuerpo para que deje de estar en modo defensa y vuelva a sentirse seguro y vivo. A veces es lento, pero cada pequeña sensación de alivio o calor en el cuerpo es una parte del trauma que se libera. No necesitas experiencia previa. Solo necesitas un espacio tranquilo, ropa cómoda y disposición a sentir con amabilidad.


Aquí tienes una práctica de 15 minutos enfocada en liberar el trauma corporalmente (sin forzar), soltar el pasado y sanar memorias infantiles desde el cuerpo. Está inspirada en la bioenergética, la terapia somática y el trabajo con el niño interior.


Puedes hacerla cada mañana antes de empezar el día o antes de ir a dormir, en un espacio tranquilo y sin interrupciones.

Duración total: ~15 minutos
Objetivo: soltar tensiones del cuerpo, liberar emociones antiguas y conectar con una sensación de paz y apertura.


1. Enraizamiento y respiración consciente (2-3 minutos)

  • Párate descalzo o con calcetines, los pies separados al ancho de las caderas.
  • Flexiona levemente las rodillas.
  • Respira suave y nota el contacto con el suelo.
  • Inhala por la nariz, exhala por la boca con un suspiro suave (“haaa…”).
  • Imagina que desde tus pies salen raíces hacia la tierra.
  • Con cada exhalación, suelta pensamientos del pasado o emociones antiguas.

Di internamente: “Dejo ir lo que ya no necesito. Estoy aquí, en este momento. Ahora estoy a salvo.”

2. Liberar tensión con temblor natural – sacudida del cuerpo (2-3 minutos)

  • Inspirado en el método TRE – Tension & Trauma Releasing Exercises
  • Intención: permitir que el cuerpo suelte la carga acumulada.
  • Ponte de pie y flexiona ligeramente las rodillas.
  • Deja que tus piernas empiecen a temblar de forma natural (no lo fuerces, solo permite).
  • Si te sientes cómoda, deja que el temblor suba un poco al abdomen, brazos, hombros y cabeza, sin tensión.
  • Puedes dejar que el cuerpo se mueva de forma libre, como si estuvieras sacudiendo el polvo del pasado.
  • Respira profundamente por la boca y deja que cualquier emoción (tristeza, enojo, cansancio) se exprese a través del movimiento.
  • Imagina que las viejas cargas salen de tu cuerpo en forma de energía gris que se disuelve.
  • Deja que el cuerpo descargue sin pensar.
  • Hazlo 2–3 minutos y luego siéntate respirando lento.

 Ese temblor es la forma natural del cuerpo de liberar tensión y miedo sin revivir el trauma.


3. Autoabrazo y conexión interna (2 minutos)

  • Intención: cuidar a la niña interior, ofrecerte consuelo y ternura.
  • Detente y colócate una mano en el pecho y otra en el abdomen.
  • Respira profundo, sintiendo cómo tu pecho se expande.
  • Di en voz baja o mentalmente: “Estoy contigo. Te perdono. Te acepto tal como eres.”
  • Luego abrázate a ti mismo con ternura, como si abrazaras a tu niño interior.

Permite que surja cualquier emoción. No la analices, solo siéntela.

4. Movimiento desde el impulso (3 minutos)

Intención: recuperar el derecho a decir «no» o «sí».

  1. De pie, cierra los ojos y pregunta: «¿Qué movimiento necesita mi cuerpo?»
  2. Tal vez surja empujar, abrir los brazos, estirarte, sacudirte, levantar la cabeza o decir «¡basta!» o “¡no!” o solo respirar fuerte.
  3. Hazlo lentamente, respirando, sin juzgar, hasta que sientas alivio.

Devuelve al cuerpo su poder de respuesta.

5. Movimiento libre o danza espontánea (3-4 minutos)

  • Pon una música suave o rítmica que te inspire.
  • Deja que tu cuerpo se exprese libremente —sin juicios ni estructura—.
  • No pienses en hacerlo bien.
  • Imagina que estás liberando capas antiguas de tu historia con cada movimiento.
  • Si surgen lágrimas, risas o suspiros, déjalos fluir.
  • Termina de pie, respirando con los brazos abiertos.

Deja que tu cuerpo sea el lenguaje del alma. Sentir libertad física es sanar la libertad emocional.


6. Integrar ternura y sostén (2 minutos)

Objetivo: integrar vulnerabilidad y fuerza.

Intención: sentir que puedes sostenerte y recibir cuidado.

  1. Coloca una mano sobre el corazón y la otra en la espalda.
  2. Respira y siente que una mano te cuida y la otra te sostiene.
  3. Respira otra vez y siente que ambas partes se conectan.
  4. Imagina que abrazas a tu yo de niña, a tu ‘niña interior’.
  5. Permite que surja calor, tristeza o alivio.

Este gesto corporal comunica al sistema nervioso: “ya no estoy sola, me sostengo ahora.”

7. Escucha interior, gratitud y afirmación final (2 minutos)

Intención: integrar todo lo vivido en calma.

  • Detente lentamente, siéntate cómoda y vuelve a respirar tranquilo por la nariz.
  • Nota tu respiración tranquila por la nariz.
  • Imagina una luz cálida en tu corazón que crece y te envuelve.
  • Siente cómo esa paz se expande por todo tu cuerpo.
  • Todo lo que fuiste… te trajo hasta aquí.
  • Todo lo que eres… es suficiente.

Repite lentamente:

“Elijo soltar el pasado.
Elijo vivir desde el amor.
Hoy empiezo de nuevo.”

  • Sonríe suavemente y agradece al cuerpo por acompañarte y al día por ofrecerte una nueva oportunidad.
  • Bebe agua o té, escribe una frase o sensación después de cada práctica.

La quietud también es una forma de sanar.

Más allá de las teorías, el verdadero poder de esta práctica está en lo simple: respirar, moverte y sentirte presente. Ahí es donde empieza la verdadera liberación del pasado.

Recomendaciones

  • Puedes hacerlo al despertar o antes de tus actividades diarias.
  • Si un día sientes emociones intensas, respira y descansa; el cuerpo está procesando memorias profundas.
  • Llevar un diario de sensaciones después (2-3 líneas) ayuda a observar la evolución emocional con el tiempo.


Fuentes e inspiración

Esta práctica se nutre de muchas corrientes que unen cuerpo, mente y espíritu.
Aquí te dejo algunas de las obras y autores que han inspirado los ejercicios y la filosofía detrás de “Liberar el pasado y abrir el corazón”:

  • El cuerpo como camino de sanación. Las ideas de Wilhelm Reich y Alexander Lowen fueron pioneras en mostrar cómo las emociones se alojan en el cuerpo. Lowen, en su libro Bioenergética, propone liberar las tensiones físicas y emocionales a través de la respiración, el movimiento y la expresión corporal. Ambos marcaron el inicio de lo que hoy conocemos como terapia corporal integrativa.
  • El cuerpo guarda la memoria: Autores como Peter Levine (Despertando al tigre) y Bessel van der Kolk (El cuerpo lleva la cuenta) explican que el cuerpo guarda la historia emocional no resuelta. Sus investigaciones en trauma y neurociencia muestran cómo liberar esas memorias a través de la respiración, el movimiento consciente y la presencia plena.
  • Sanar al niño interior. El psicólogo John Bradshaw, con su libro Volver a casa, y el teórico del apego John Bowlby enseñan la importancia de reconectar con el niño interior —esa parte sensible y vulnerable que sigue buscando amor y seguridad—. Los ejercicios de autoabrazo y visualización en esta práctica se basan en sus enfoques de reparación emocional y autocompasión.
  • La sabiduría del sistema nervioso. Las investigaciones de Pat Ogden (Trauma and the Body) y Deb Dana (La teoría polivagal en terapia) explican cómo el cuerpo responde al trauma y cómo podemos restaurar la calma a través de la respiración y el movimiento suave. Gracias a ellas, hoy comprendemos que sanar también significa enseñar al cuerpo a sentirse seguro otra vez.
  • Movimiento, consciencia y presencia. Otros grandes maestros como Moshe Feldenkrais, Gerda Boyesen y Peter Levine aportan la base de los ejercicios suaves de movimiento, conciencia corporal y liberación emocional que forman parte de este ritual matutino.